Los desodorantes o antitraspirantes nos protegen de los
malos olores y sudoración, pero muchas veces ignoramos los efectos negativos de
muchos de los componentes químicos que contienen.
El 60% de las sustancias rociadas, o frotadas en la piel,
son prontamente absorbidas y viajan directamente hacia el torrente sanguíneo.
Las sustancias absorbidas por la piel pasan por alto el sistema metabólico
normal del cuerpo y no se descomponen o neutralizan.
Una de las sustancias de mayor riesgo en la preparación de
los desodorantes, y que la mayoría de marcas contiene, es el aluminio
(Clorhidrato de Aluminio). El cual es realmente nocivo, especialmente si
recordamos que existen muchas glándulas linfáticas en el área de la axila, que
pasan directamente estas sustancias tóxicas al sistema linfático.
El clorhidrato de aluminio o circonio de aluminio
normalmente se encuentran en los antitranspirantes. Los peligros asociados con
estos compuestos se remontan a su composición. Son solubles y pueden ser absorbidos por la
piel. Después de que los compuestos han sido absorbidos, las moléculas de
aluminio se ionizan, lo que, hace que se formen los radicales libres.
Los radicales libres pueden viajar a través de la membrana
celular y afectar negativamente el riñón, hígado, cerebro, cartílago y médula
ósea y especialmente al sistema linfático por medio de los ganglios linfáticos.
Estudios han puesto en discusión la cuestión del aluminio en
productos de cuidado personal, tales como desodorantes. Las convulsiones,
cáncer de mama, problemas renales, la enfermedad de Alzheimer y trastornos de
formación de hueso se han vinculado al uso de aluminio en los
antitranspirantes. A menudo se relaciona la eficacia de un antitranspirante con
la cantidad de aluminio que se encuentra en el producto, por lo que los
problemas de salud han comenzado a surgir entre los consumidores. Que cada vez
buscan y preguntan más por las alternativas naturales a estos productos, que no
contienen estos compuestos de aluminio.
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